Ramon Roig (1963 – 2016) vivió un periodo de tiempo entre Castellón, Barcelona y Beijing. En China creó obras importantes de su producción como “El purgatorio” o el collage “El Chino central”. En China también desarrolló el proyecto de fotografía y vídeo que tituló “Sebastián en Beijing”.
En una entrevista el artista expresa claramente el contraste entre aquello que suele asumirse sobre China a nivel estético desde occidente – la presencia de una tradición y una técnica determinada – y aquello que rige la producción artística contemporánea en el país:
R. R.: Siempre me ha interesado esa peculiar forma de unir pintura, poesía y caligrafía que tenían los chinos taoístas y budistas, además, yo trabajé la tinta desde mis comienzos. Algunos profesores de bellas artes como Xavier Grau, García Sevilla o Albert Gonzalo eran conocedores de los estilos pictóricos orientales –chinos y japoneses– y otro gran divulgador de esa estética e influencia fue Antoni Tàpies. Sin embargo, el hecho de viajar al continente asiático se produjo cuando algunos artistas pudimos mostrar nuestros trabajos en diferentes ferias de arte de Corea del sur y China. De ahí surgió la oportunidad de una residencia temporal en Pekín, que continuó con el alquiler de un estudio durante tres años más.
Por otro lado, echando un vistazo en distintas galerías y ferias, durante estas estancias me fijé en que nadie utilizaba ya la tinta y el papel. Se consideraba una técnica obsoleta y ciertamente los ejemplos eran repetitivos, sin aportar nuevas vías de para la evolución –ahora, la mayoría pinta con óleo sobre lienzo, un figurativo pseudo pop o fotografía e instalaciones, semejantes a Occidente–, lo que me extrañaba. Fue entonces cuando conocí a Li Fexue, un pintor que había estudiado en Cal Arts y que le da una dimensión muy personal y crítica tanto a la pintura como a la caligrafía con tinta y del que he aprendido mucho estos años.”
(Extracto de la entrevista realizada por la historiadora y crítica de arte Irene Gras Cruz, consulta el texto completo).